Lo primero que aparece en la ventana del avión son las montañas. Montañas y más montañas hasta donde la vista me permite llegar. El verde y marrón contrastan con un sol celeste intenso con líneas blancas desparejas, como en los dibujos de la infancia. Y el descenso comienza. Las casitas minúsculas y los ríos como canaletas de agua caprichosas, por aquí y por allá, nos dan la bienvenida.
Monday, May 3, 2010
Montenegro: el aterrizaje
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